Reflexiones desde Rectoría: Una plandemia creada por conspiradores

Las teorías conspirativas que hablan de un nuevo orden mundial, siempre han rondado al mundo como un fantasma que se vuelve más activo, en la medida que las crisis se hacen más profundas en todos los rincones de la tierra. Cuando no le encontramos una explicación lógica a los cambios paulatinos o repentinos de la humanidad, de inmediato apelamos al pensamiento que siempre ha alimentado el imaginario colectivo, sobre la existencia de uno o varios grupos, que de forma clandestina, manejan los hilos del poder y por ende los cambios de nuestro destino.

Grandes líderes mundiales se han atrevido a concluir que la tierra está sobrepoblada y que es necesario de algún modo, reducir el número de sus habitantes para garantizar una supervivencia estable. Y estas opiniones se combinan con la aparición de pandemias, guerras con su gran estela de muerte, escasez de agua y alimentos, o fenómenos naturales que diezman poblaciones y hasta civilizaciones enteras.

Hoy en día, luego del desastre a todos los niveles causado por el covid-19, ya estamos hablando de una plandemia, o sea una pandemia planificada para controlar la sobrepoblación de nuestro planeta. Aflora entonces la teoría de un nuevo orden mundial impulsado por sectas y gobiernos de la tierra. Incluso miembros de la comunidad científica mundial han caído en estas provocativas veleidades para hablar sobre el tema, como ocurrió con la desacreditada científica estadounidense, Judy Mikovits, quien tras la aparición del coronavirus, publicó un video observado más de 8 millones de veces en Facebook y más de 7 millones en Youtube. En su intervención afirmaba que esta enfermedad había sido inventada en un laboratorio, tratando de provocar seguramente una reacción en cadena contra los supuestos responsables de esta macabra operación.

Toda coincidencia que se da en el mundo, como por ejemplo el giro inexplicable de las democracias de una misma región hacia la derecha o la izquierda, son consideradas fruto de la conspiración al más alto nivel. Nos hablan de abducidos, reptilianos, Illuminatis, etc… como los autores de estos cambios que trastocan el destino de los pueblos. Nadie los ha visto, no sabemos dónde están, ni quiénes son; pero todos hablan con propiedad de ellos. Es la más frívola dialéctica humana puesta al servicio de la imaginación.

La investigación juiciosa de los fenómenos de nuestro planeta, ha sido poco a poco reemplazada por las teorías de charlatanes o pregoneros del Apocalipsis, para mantener en vilo a la humanidad. Todo se convierte en una mezcolanza de afirmaciones sin pruebas, de coincidencias forzadas, que por no darles el carácter de milagro, se las atribuyen a fuentes secretas que alimentan de datos inéditos a escritores, videntes y hasta profesionales rigurosos que son asaltados en su buena fe.

Líderes mundiales que se han atrevido a hablar de estos temas, de inmediato son catalogados como integrantes de estas oscuras cofradías. Christine Legarde, Ex directora del Fondo Monetario Internacional, se atrevió a decir en un foro mundial que: “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía. Tenemos que hacer algo, ¡y ya!”. Por su parte Ted Turner, fundador de CNN, manifestó que: “Necesitamos reducir la población a 2 mil millones y tener una política de un niño por familia durante 100 años.” Afirmaciones tan tajantes como estas, quizá descontextualizadas, hacen que a diario graduemos de conspiradores a osados pensadores, que por condición de su encumbrado nivel socio-económico, hacen del exabrupto la mejor manera de alimentar su notoriedad.

Por culpa de quienes hablan de plandemia, muchos se han atrevido a negar la existencia del covid y por ende la efectividad de las vacunas, además de rechazar las medidas para enfrentar su propagación. A fuerza de teorías masificadas por redes sociales y medios de comunicación, la comunidad negacionista cada vez va en aumento. El escritor español Gonzalo Baleato, dice que: “Necesitamos negar lo que no queremos creer por formar parte de ello y no sentirnos culpables de las consecuencias.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector